Después de ver la imagen
del día retratado en una foto
estuve pensando que todo
es un instante que se borra.
Y quedan apenas las sobras,
en meros recuerdos quebrados,
en palabras que sólo evocan
sensaciones del pasado.
Fotografías con el macabro
destino de no cambiar nada
de lo que en ellas está pasando,
como un instante congelado
pero muerto en su marco.
Son tristes pinceles
que sin pintura alguna esbozan
naturalezas muertas vistas
por los ojos fríos, mecánicos,
de una cámara sin vida.
Pequeñas consignas digitales
en sus espacios de memoria,
son paradójicamente la historia
de una vida que se despoja
en sus píxeles apaisados.
Pero eso es el tesoro
que por un tiempo guardamos;
quizás algunas en papel satinado
lleguen a ser cuadros en el cuarto
donde sus paredes con ellas llenamos.
El alma se fue hace tiempo
con los anocheceres lejanos;
el sentido de todo es sólo nuestro,
está en nosotros darles significado
a esos bytes que son datos
archivados por un tiempo limitado.
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