Esta tarde encontré la tristeza
sentada en el cordón de la vereda,
la vi muy sola y la invité a casa,
ahora está conmigo desordenando
los recuerdos que perdidos pensaba.
Proyecta en las paredes blancas
las viejas fotografías guardadas,
trae a mi memoria cosas olvidadas,
como si hubiera sido de otro esa vida
que veo como una película que pasa.
En algunas escenas te veo conmigo,
con esa sonrisa que tanto brillaba,
como ese sol que en las mañanas
nos sorprendía entre caricias, besos
y promesas de un amor que no acaba.
Una historia escrita en el papel
muy frágil del devenir de los días,
un guión que se pierde en el fuego
de la chimenea que no tengo pero arde
silente en el interior de mi alma.
La tristeza me mira fijo y suspira,
me abraza con su dulzura y me deja,
se va despacio a la tarde con la luna
que en el cielo del anochecer se presenta
como un atisbo en lo alto sin estrellas.
Me quedo mirando por la ventana,
pensando que todo es un fracaso
que nunca pude lograr de bueno algo
más que unos mediocres poemas y acaso
alguien que vez alguna los lea.
Pero es así mi existencia,
es así como todo ante mí se devela;
mañana será también otro nuevo día
con la rutina que siempre me condena
al olvido de todo, a esperar
que quizás algún milagro suceda.
miércoles, 21 de abril de 2010
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