En la búsqueda del amor
por soledad, por vacío,
por locura, el destino,
el tiempo que corre
la muerte que llega
cuando no la pedimos.
Las locuras, los errores,
los problemas y los pesares
se vuelven tan fríos y reales
que pensamos que el amor no existe
para nadie en ninguna parte.
Pero a veces tenemos suerte
y alguna persona dice que nos quiere,
nos volvemos locos de alegría,
nos extasiamos con las fantasías
de ser amados para toda la vida.
Queremos tener todo de repente,
apurar el trago hasta donde quede
sólo el fondo vacío, transparente,
de una sonrisa sincera, una caricia
una cálida sensación de dicha.
Pero es un círculo vicioso
que una y otra vez nos somete,
rompemos los corazones, el alma
se quiebra un poco más, se acaban
los días de la juventud que promete.
Somos más viejos y estamos solos,
por no saber amar y nos quejamos,
sin pensarlo nos volvemos malos,
envidiando a quienes en verdad aman,
con un cinismo disfrazado de calma.
Podemos volvernos ciegos
mintiéndonos a nosotros mismos
con frases hechas y argumentos
de este mundo sin cariño, sin poesía,
de sentimientos peregrinos.
El amor va más allá de eso,
de estar con alguien, no estar solos,
hace pedazos el infantil egoísmo
con el cual actuamos siendo adultos,
patéticos seres que nada sienten
porque quedamos vacíos hace mucho
cuando éramos seres inocentes.
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