No es un momento
ni la suma de los mismos
los que hacen que hablemos
de un amor verdadero.
Tampoco es el deseo
que puede ser meramente
el simple utilitarismo
de cuerpos que buscan sexo.
Ni siquiera esas palabras
que se dicen cuando el fuego
quema el pensamiento y sentimos
que el universo es perfecto.
Todo eso es escapismo,
vacío absoluto que nos venden
los comerciantes de este mundo
donde todo es superficie.
Donde todo es leve y termina
sin compromiso alguno en la vida,
es una soledad pintada muy linda
que nos tragamos con alegría.
Pero con el tiempo estamos muertos,
buscamos experiencias como adictos,
no nos alcanzan las dosis y seguimos
cayendo y sintiendo que todo es adverso.
Que el amor es un maldito cuento,
que ser felices es tener mucho,
alejarnos de nosotros mismos
y de todos aquellos sin saberlo.
Claro que es todo una mentira,
si nunca nadie en la misma vida
nos mostró el amor verdadero,
aquel que da todo y no pide nada.
Aquel amor que ennoblece el alma,
nos hace mejores personas
y descubrimos en el día a día
que lo que importa es un sueño.
Que si estamos enamorados aunque solos
poseemos un tesoro enorme, la riqueza
de la cual muchos se burlan sabiendo
que son infelices pero se aferran
a imágenes frías compradas con descuento.
miércoles, 7 de julio de 2010
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