No queda más que silencio,
caminar hasta llegar muy lejos
en eso que llamamos destino,
en eso que nunca comprendemos.
No sirve nada de lo que diga
y acaso tampoco el silencio,
quizás si me marcho el tiempo,
la lluvia, la noche, el viento
lleven consigo una parte del dolor
que me aqueja como un infierno.
No sé que hacer, aunque intento
una y otra vez ser indiferente,
nunca puedo y caigo cada tanto
en estos oscuros pensamientos
que en vano se elevan como aves
hasta muy extraños cielos.
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