El silencio,
la distancia, la ausencia,
la luna que se esconde
tras nubes muy negras.
Son cosas cotidianas
para quienes pierden el amor,
para quienes no hay destino
más que la dura tristeza.
De saberse fuera del plan
de aquellos a quienes aman,
de aquellos con quienes soñaron
tener una plena vida.
Un vida con una familia,
con hijos creciendo y sonrisas,
y no un camino siempre frío,
viendo pasar los días.
Como la lluvia se empecina
en inundar de recuerdos vanos
los espacios de la memoria
que nos hunden en la desdicha.
No somos seres malvados,
tampoco los mejores del universo,
simplemente el destino incierto
nos marca un camino distinto
al que nosotros queremos.
domingo, 29 de agosto de 2010
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