Luna pequeña en el cielo,
más pequeña aún en el universo,
una molécula de polvo en lo eterno,
en el infinito cosmos perpetuo.
Desde la tierra te veo grande,
como un planeta poco distante
dándole luz mortecina a la noche,
una luz fría pero amable.
Me permites ver el camino
por donde despacio transito,
estoy huyendo pero de nadie,
me estoy yendo a ninguna parte.
No cualquiera diría al verme
caminar como un loco a su suerte
en la noche aquella tan fría
que sería una noche diferente.
Nadie diría acaso que mienten
todas las obras literarias,
que la poesía es una falacia,
que el amor no existe, ni duele.
Que el amor es un fracaso silente
que carcome las bases del alma
cuando no sabemos que significa
amar en esta vida realmente.
Por eso miro la luna,
allá abajo brillar en un espejo
que tiembla bajo la brisa fría
de una madrugada doliente.
Soy un astronauta que flota
en un cielo que se destroza
cuando caigo hacia ese satélite
que en el cielo permanece
como siempre, indiferente.
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