Nos encontramos de frente
por un azar del destino,
tus ojos me miraron fijo
con ese fuego encendido.
Te dejé pasar en silencio
como si no te conociera,
como si todo hubiera sido
un mal y extraño evento.
Pero una fuerza que no entiendo
me impulsó a seguirte los pasos,
tomarte de la mano y pedirte
dos minutos de tu tiempo.
Luego me quedé vacío, solo,
en mi habitación de invierno
buscando en el pensamiento
las razones para todo eso.
Ahora sólo puedo en versos
narrar todo lo que siento,
me sorprende la sola idea
de darme cuenta que sigues
viva en mis pensamientos.
domingo, 19 de septiembre de 2010
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