Es invisible el olvido,
como la brisa que llega
desde el sur siempre frío.
Cala hasta el alma,
muy hondo penetra en las ideas
y todo se torna una quimera
de los tiempos perdidos.
Lo que molesta son las hojas
muy secas de los árboles vencidos,
que impiden ver bien el camino.
Todo es como una tormenta
que nos arrebata y nos deja
confundidos sin saber a donde
caminar buscando cobijo.
Pero siempre hay una luz
que marca nuestro destino,
como una pequeña estrella.
Es una luciérnaga apenas
que vuela en la noche a ciegas,
persiguiendo como nosotros,
para vivir, un motivo.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
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