Vienes como la nieve,
blanca, fría y silente,
congelas con tu pureza
el tiempo que se detiene.
Los caminos son breves,
difusos senderos que cruzo
para poder al fin verte,
una vez más, si es mi suerte.
El invierno no se detiene,
cubre de frío helado todo
como un manto invisible
de nubes que no mienten.
Pero en cierta forma
me mantengo al abrigo
de un fuego muy pequeño,
un fuego que no olvido.
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