no sé bien a que juega;
por las noches se pasea
entre nubes espesas.
Cerca del horizonte cae
de su ocaso prisionera;
toda roja como de sangre,
de estrellas pasajeras.
A veces la veo de día
como si fuera un planeta
pequeño allá en el cielo,
de órbita casi perfecta.
Me sonríe en las tardes
al caminar por el parque;
la llevo en mis bolsillos
cual moneda inefable.
Con ella pagaré mis sueños,
todas las cuotas que debo;
sacaré de la nada poemas
nostálgicos y sinceros.
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