Intentaba ser feliz
de alguna manera;
la luna ante mí
era mi compañera.
Las estrellas risueñas
me daban su compañía,
era como ver mil sonrisas
cada noche de cada día.
Las flores aquellas,
de esa remota primavera,
fueron como mariposas
que muy alto vuelan.
Pero nunca pudiste,
nunca tomaste mi mano,
no saliste de tu mundo
muy oscuro y quebrado.
Nunca me quisiste
y ese fue mi error acaso,
esperar un sentimiento
de tu corazón abstracto.
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