Pienso muchas veces
en irme muy lejos,
donde nadie me viese
como un juez amargo
con sentencia de muerte.
Para ser quien sea,
allí donde sea que fuese,
o ser el mismo acaso
que he sido siempre
en otro ambiente.
Podría tener todo
lo que acá no se tiene,
sin rutinas como paredes
que el alma me encierren
en un cubículo agreste.
Caminar bajo el celeste
cielo de cada día siempre
con una gran sonrisa
sin que a nadie nunca
eso le moleste.
Pero no tengo alas,
la edad no me favorece
para nuevas jornadas
en quien sabe que mundo
de esos diferentes.
Por eso resisto
todo lo que se debe
en esta parte endeble
del universo plano
de mi vida silente.
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