Veo dragones entre nubes
de naranjas ocres y sombras,
muy alto, muy arriba de todo,
en el cielo, difusos, enormes.
Silenciosos dioses lejanos
escondidos en la estratosfera,
ese espacio donde nada pesa,
el aire es leve, una quimera.
En las noches no los veo,
se esconden todos ellos
en las sombras gigantes
de nuestros sueños.
En las tormentas enojados
escupen su luminoso fuego,
rugen y soplan con furia
todo ese fuerte viento.
En otoño siempre duermen
entre las nubes cotidianas
de los cielos de cada día
con su luz de nostalgia.
Con su presencia ufana
le dan algo de fantasía
a esta vida muy urbana
sin esperanzas ni poesía.
A esta vida que termina
de alguna u otra manera,
pero sabemos que ahí arriba
ellos acaso nos esperan.
Para ser jinetes celestiales
en corceles tan poderosos,
la muerte no tiene relevancia
pues seremos dragones
también nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario