Bendito sea tu nombre
y el color de tu mirada,
tu cuerpo hecho de nácar,
tus manos que no descansan.
Bendito sea el sueño
de creer que me amas,
verte bajo la luz de la luna
en una noche estrellada.
Tu boca que dice cosas
aunque permanezcas callada,
siempre hay poesía en tus labios
con tan sólo un beso alcanza.
Bendita seas siempre
entre las mujeres todas,
por siempre serás hermosa,
por siempre amada.
Y no es herejía decirte
que mi religión es tu mirada,
que le rezo a tu alma
aunque no me amas.
* (Año 2002)
lunes, 19 de mayo de 2008
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