Una mariposa,
efímera y hermosa,
volaba por el cielo rosa
de un ocaso que llegaba.
Las estrellas se encendían
en el cielo que anochecía,
la luna que aún dormía
entre suspiros reía.
La mariposa veía
como todo cambiaba,
como había estrellas
también en cada casa.
Vio, además, una luciérnaga
que con su suave luz iluminaba
los sueños pequeños de un poeta
de versos y magia.
La sorprendió la brisa
que en lo alto la elevaba
muy arriba, muy arriba,
casi hasta el horizonte
misterioso de las auroras.
Desde ahí sentía que nada
era mejor que tener alas,
volar le daba imágenes
maravillosas para amarlas.
Pero de tanto volar
las horas pasaban
la encontró la madrugada
cansada... muy cansada.
No podía llegar
ni siquiera a una rama,
estaba tan alto que el cielo
era infinito, incluso para un hada.
Descansó en una nube
de suave color blanco,
de seda de gotas frescas,
de arco iris nostálgicos.
Nadie sabe si despertó
alguna vez la mariposa;
muchos creen que esa nube
fue su morada más hermosa.
Su paraíso y su mortaja,
el fin de su trayectoria,
el destino de todas
las enamoradas mariposas.
* (Año 2002)
2 comentarios:
holis tinchos... bueno, por acá ando... paso a saludar y agradecer... besos
Hola Vale!! Gracias por pasar y agrader. Yo también pasaré a agradecer che jeje.
Nos vemos
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