Te espero con las rosas
lejanas del ocaso;
con las estrellas todas
de la noche que viene llegando.
Te espero en el silencio
que se llena del canto
de las aves que reposan
en los árboles muy altos.
Con el calor en las manos
de las caricias que guardo
para dejarlas caer despacio
en tu cuerpo que amo.
Te espero y acaso sueño
que te veo venir por la vereda,
lejana e incierta como la luna
entre los demás astros.
Me sonríes y dices mi nombre,
me abrazas con tus delicados brazos,
me colmas el alma de esta dicha
que recuerdo tanto y tanto.
lunes, 6 de octubre de 2008
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