Mi propuesta es esta:
deja de lado las tinieblas,
trae aquí esa luz tan bella
para mis ojos que te esperan.
No habrá pie de guerra,
ni duros reproches llenos de ira,
porque ahora la paz es mi destino,
la razón primera en mi vida.
Porque con el tiempo y lejos
comprendo que tu amor fue la brisa
que le daba alegría a mis pensamientos,
tus manos eran aves en esos cielos.
Tu cuerpo el calor que le daba cobijo
a las ilusiones de ser contigo eterno,
un sentimiento mucho más complejo
de lo que comprendía en aquel tiempo.
Cuando te fuiste sucumbieron
las torres de mi castillo incierto,
sobre los espacios vacíos de mi alma
que desde aquel día permanece quebrada
esperando tu imposible regreso.
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