Luna menor de oriente,
apenas visible cerca del horizonte,
deja que conmigo te lleve prendida
como un botón de rosa en primavera.
Pequeña luciérnaga entre estrellas,
humilde luminaria que flota en el aire
como una mota de polvo que el viento lleva
a destinos siempre lejanos y misteriosos.
Acaso un universo extraño sin lunas
donde seas la perla preciosa codiciada
por todos aquellos particulares planetas
que quieren que seas su compañera.
O un mundo profundo bajo el agua
donde parezcas una ráfaga de luz
que se disipa en un único punto
escondido entre infinitas algas.
Quiero ser un dios que en sus manos,
como una gota, te deja deslizar despacio,
siguiendo las mismas líneas que marcan
las vidas de quienes las consultaron.
Pequeño oráculo cuyo significado
conocen los misteriosos gitanos
que saben de tu existencia antes que nadie,
antes, incluso, que los poetas enamorados.
Pero te deslizas en el distante ocaso
te haces parte de la noche siempre fría,
te pierdo de vista, no puedo, no te alcanzo;
eres como todos aquellos sueños que quise
pero un día, de repente, se esfumaron.
jueves, 31 de julio de 2008
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