Consulté al cielo,
en un oráculo extraño,
los motivos que tengo
para que seas mi deseo.
Me dijo que tu sonrisa,
esa mirada, tus pasos de hada,
tu cuerpo, tu sonrisa,
la luz de tu alma.
Acaso sea todo eso
lo que me colma de sueños,
lo que me deja perplejo
mirando tu bella cara.
Te quiero más que a nada,
más que a la vida pesada
con esa carga de soledad
amarga y muy cotidiana.
Más que a las estrellas
que siempre tan lejanas
me dictan algunos poemas
que guardo en la almohada.
Te quiero porque me quieres
sin importarte de mí nada,
porque eres un ángel
de esos que siempre aman.
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