Aquella tarde soleada
de dulce tibieza en el aire,
fui feliz y quien sabe
que milagro sucedía.
Mis ojos vivían la dicha
de ver la luz dando vida
a las pequeñas flores
que en el campo había.
Las aves iban y venían
buscando muy ansiosas
algo de buena comida
para sus pequeñas crías.
A lo lejos un arroyo,
como si fuera un espejo,
desde la distancia se veía
siendo otro cielo ameno.
Otro espacio donde los sueños,
ideas y algunos pensamientos
se bañan y renacen plenos
en mis manos que no están vacías.
Acaso sea por eso mi sonrisa,
al sentir que mi alma vencida
se colma de la mágica belleza
de un paraíso de dicha.
2 comentarios:
que munittto!...se lee alegría, o que algo bueno pasa...besitos tinchin!
Gracias Naty!! No... Este poema quedoa si je
Y el que voy a subir pronto es mas lindo todavia.
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