Camino por el borde
de esta tarde que culmina,
será de noche pronto
con su luna peregrina.
Con algún planeta lejano,
en el cielo, que no titila,
pensaré que es una estrella
que desde lejos me ilumina.
La dueña de mi destino,
la que decide la suerte mía;
instrumento de los albures
que deciden mis días.
La que dicta mis poemas
donde narro mis sentimientos,
donde digo que eres hermosa,
donde hablo de amor eterno.
Los textos que nacen del alma
son los versos que poseo,
nada más tengo que eso,
nada que estas palabras
y el pasar del tiempo.
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