Este tiempo de ausencia
de mis hechos cotidianos
me permite pensar la vida,
notar como fluyen los días,
como se van los años.
Darme cuenta que la alegría
no depende de cuanto tengamos,
si no del amor que sepamos dar
que es el mismo que recibimos
pero no es una moneda a cambio.
Amar con todas las fuerzas
aunque nada pase del otro lado,
es lo que nos hace poetas,
nos hace notar que lo verdadero
de esta vida no tiene precio.
La familia, a quien amamos,
los hijos, los niños, son un regalo,
el futuro que dejamos en este mundo,;
depende de nosotros dar valores
a los nuevos seres que dejamos.
Lo demás poco o nada importa,
si tuvimos o no tuvimos no hace
a la calidad de las personas,
pero si es importante darse cuenta
que existe un sol maravilloso
una tarde y un ocaso.
lunes, 4 de enero de 2010
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