Sos la poetisa de mis sueños,
la misma que besé una tarde
cuando el sol se escondía
entre nubes que no recuerdo.
Las misma cuyas manos de fuego
apretaron mis manos dulcemente
y me dijiste aquellas palabras
que ahora decir ya no puedo.
Todavía conservo tus poemas,
los llevo enrollados como lemas
que poseen mis pensamientos,
cada mañana hago oración con ellos.
Como orarle a un dios muy bueno,
a un dios de la nostalgia, recuerdo,
a un dios que no conoce de gracia
pero sí de amores eternos.
Poetisa de mi vida, regresa
que todavía quedan cosas lindas
para compartirlas o arrojarlas,
si quieres, al fuego del delirio
maravilloso de querernos.
lunes, 25 de enero de 2010
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