Mira mis manos cerradas,
son como puños y no garras
que golpean las paredes
de esta vida que me atrapa.
Pero también con ellas puedo
construir mis hermosos sueños
en poemas que leías luego
en un profundo silencio.
Las mismas manos que rozaron
con sus dedos tu cuerpo,
tus cabellos como el viento
que sopla en el hermoso invierno.
Y mis labios guardan el secreto
de aquel beso que un día
se hizo presente en el cielo
de todos nuestros deseos.
Vuela como una mariposa
que aletea en el tiempo,
en cada recuerdo que llevo
está presente tu nombre.
Está conmigo el fuego
que da calor al alma,
que me mantiene cuerdo
ante la locura de saberte
por siempre lejos.
viernes, 7 de mayo de 2010
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