Esta tarde vi tu nombre
escrito en uno de mis sueños;
será que no olvida mi cuerpo,
que mi mente se niega a eso.
Lo leía y quedaba sorprendido
al darme cuenta que era distinto
a aquel nombre ya no escrito
en los papeles que corrijo.
Pero estaba ahí, en frente mío,
lo leía y pronunciaba cada sílaba
como quien conjura su destino
en una sola palabra, un signo.
Al despertar sólo la almohada
sabía todo lo que había ocurrido,
me senté un momento en mi cama
buscando alguna lógica, un sentido.
Pero nada pude encontrar,
ni razones, ni locura, ni olvido,
ni lágrimas, ni sonrisas, sólo vacío
en los latidos del corazón que sufre
pero late para seguir vivo.
domingo, 9 de mayo de 2010
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