Renaceré como el fuego,
seré llama ardiente
que todo lo envuelve.
Luz en las tinieblas,
calor que inunda
los espacios inertes.
Una antorcha brillante,
un faro potente que guía
navíos en la corriente.
No ya esta sombra
que en la noche se pierde
hasta ser parte de la nada.
Un vacío en el alma
que no tiene paz y desconoce
la alegría cotidiana.
No ya tu fiel escolta
en esos caminos donde andas
sin percatarte del alba.
Un fuego que arrasa
los recuerdos que matan,
tu sonrisa que fue falsa.
Tus palabras escritas
en papeles que guardaba
para leerlos sin esperanza.
Fuego que se apaga
dejando las cenizas
de todo lo que tocaba.
miércoles, 2 de abril de 2008
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