Un paisaje pequeño,
apenas una flor y un cielo.
Apenas una hora que ha muerto
sin estrellas, ni destellos.
Una hora que nunca fue
en los relojes obsoletos.
Un cuadro sin marco
en un rincón nunca predilecto.
Un silencio que llora
su llanto siempre nuevo.
Paisaje olvidado por todos
salvo por aquellos.
Los mismos que antes fuimos,
los que somos y hemos sido.
Lo que seremos lo sabe,
acaso, algún dios bueno.
martes, 8 de abril de 2008
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