No escondas el rostro
entre tus manos hermosas,
deja que tus ojos iluminen
aquellas ilusiones rotas.
Que las horas sean otras
y no estas que no atesoran
el valor de un amor
que a los ángeles evocan.
Porque del cielo proviene
la capacidad de enamorarse
y es de humanos equivocarse
partiendo al medio la luna
de tantas noches errantes.
Dejando que se corrompan
las flores más hermosas
en pobres ramitas muertas
que nada perfuman, tristeza
destila su imagen en el paisaje.
Por eso, quiero que destaques
con tu mirada lo bueno que deja
amarse tanto y tanto, siempre,
aunque ahora todo de tristeza sea
un motivo digno de olvidarse.
martes, 15 de abril de 2008
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